Cuando era chiquita, llegaba de la escuela, me cambiaba el uniforme y me sentaba a comer. Despúes de hacer la tarea me iba en bici a "La Cabaña", aquella tiendita que está (todavía) en la calle de Camelia en la Col. Florida. Compraba Pizzerolas y Miguelitos de sal y de agua. Regresaba a mi casa y si no había plan con mis vecinos de salir a jugar, me quedaba viendo Candy Candy, Heidi o Remi y los domingos Odisea Burbujas y Chabelo. Me metía a bañar y cenaba, casi siempre dos quesadillas (digo, hasta la fecha). Me tomaba mi Quick y veía un rato mas la tele. Recogía mis juguetes y me iba a dormir. Era yo flaca flaca y comía como muerta de hambre todo el día. Me dormía a mis horas y era educada, no preguntaba nada que no entendiera. Como jugabamos Annette y yo a las Barbies y como nos cambiabamos la ropita de las muñecas.
Recuerdo el día que le dieron el balazo a Juan Pablo II, el dia que renunció Carter, el día que lanzaron el Columbia. El día que nos pusieron Cablevisión con ese control con mil botones. El primer horno de microondas y la primera videocassetera. El día que se devaluó el peso. Como mi papá me hacia pararme cada que oía el Himno Nacional. Como él grababa con una máquina de carretes el informe presidencial.
El día del temblor del 85 estaba en una clase de dibujo de 4o. de prepa. En el último piso de la escuela. Las famosas láminas de puntitos. De repente, se me movió la plumilla y volteé a reclamarle a Joe que estaba atrás de mi. "Yo no fui" me contestó. Salimos disparados a las escaleras para bajar. En la insensatez de la edad, nos mandaron a nuestras casas y acabamos en Vips de Insurgentes de pinta. "El centro se cayó" decían por ahí. A los 15 años, no creíamos nada.
El día de ayer mis hijas de 14 años se enteraron del paquete económico de Calderón por sus maestros y lo discutieron con ellos. Supieron del avión de Aeroméxico secuestrado por el fanático exactamente cuando pasó gracias a sus teléfonos de 3G y a sus Itouch. Llegaron a la casa y me preguntaron hasta que vieron que estaban sacandome de quicio. Prendieron la tele y desde un principio me dijeron que no creían que fuera cierto. Yo supe del avión en el momento también y desde la mañana me metí al debate del paquete de Carstens. Hablé con mis amigos de esto. Grillé un poco. Todo con un click, inmediato.
Mi abuelo, compraba costales de arroz y frijoles y los almacenaba en su casa. Como exiliado español, decía que su familia no iba a tener hambre nunca. Eran los tiempos de López Portillo y lo recuerdo perfecto. Hubo una marcha de Cuahutemoc Cardenas en Reforma? ahhhh, mira. Qué sacaron a Sherer? y ese quién es? Que los electricistas amenazan con paro nacional? orale.
Hoy mi mundo es otro. Por primera vez, veo el escenario completo. Mis hijos no pueden ir a la tiendita en bici, porque es peligroso. No pueden comer Pizzerollas porque engordan y somos un país (y una familia, porque no?) de gordos diabéticos. No pueden comer Miguelitos porque les da gastritis. Tele nacional? Como crees?. El Quick ahora se llama Nesquick. Hasta eso cambió. La devaluación está controlada por hilos anónimos. Los precios escalan hacia arriba y te lo justifican con una crisis mundial, costales de arroz? ay a menos que sea orgánico y me imagino que un costal de arroz orgánico debe salir carisimo. Las manifestaciones no son solamente en Reforma, están a lado de mi casa. A los periodistas que ejercen su libertad de expresión los agarran a balazos. No nos bajamos de weyes todos. Que onda wey? no manches wey! Nos faltamos al respeto sin ni siquiera saberlo. La información vuela. Te puedes meter en dos mil lugares de noticias. En mil redes sociales. Tener mil amigos que nunca has visto ni verás. Bajar toda la música que siempre quisiste. Las películas que te perdiste en el cine de a de veras. Hacerte más atractivo de lo que en realidad eres con un click de photoshop (que yo, por supuesto, nunca he usado). Meterte en chismes que ni sabes. Checar lo que esta "hot" en la red. Y además hacerte adicto a esto. No poderlo dejar. Ver el secuestro de un avión en vivo y comentarlo con la mitad del mundo sin moverte de tu cama.
A veces me pregunto: Esto nos hace más o menos humanos? Nos hace mas solitarios o mas populares? Nos hace tener más miedo? O ser mas seguros porque tenemos toda la información y nos deja atar cabos sueltos? Nos hace desear el último gadget para no estar pasados de moda? Nos hace desear lo que vemos en el facebook que tienen los demás? El viaje, la cara, la fiesta, el novio, el comentario de quien desearias te comentara? Nos hace tener celos y envidia de la gente?
Y como decía Don Fernando Soler: "Ay México de mis recuerdos" y como digo yo, me quedo con Chabelo...
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