miércoles, 26 de mayo de 2010

Erga Omnes. Amén.

II.-

Roma es una ciudad en la que te puedes perder fácilmente, pero también es sencillo regresar al camino. Es una ciudad caótica. Contrario a Madrid, adonde te sientes en casa, en Roma sientes que estas de juerga permanente con tus amigos.

El día de la visita al Vaticano llegó. Sin saber por donde entrar a San Pedro por la cantidad de gente y sillas que veía, por increíble que parezca acabé a 40 metros del Papa en un evento de peregrinos y bendiciones en latín. Sin quererlo yo. Formada en una fila para entrar a la Basílica acabé en otro evento espléndido de marketing papal. Después de quejarme un poco, intento reirme de la situación y tomo el lugar al que me manda el guapo de la Guardia Suiza. Despúes de varias burlas y frases como "la Iglesia te llama de regreso" y un terrible "Te vas a quemar si te echan agua bendita"de mis acompañantes, decido comportarme antes de que me saquen (cuanta incongruencia de mi parte, lo acepto) y tomar fotos.

Varios sacerdotes leían mensajes en diferentes idiomas al Papa. En ellos mencionaban a los grupos peregrinos de todo el mundo que estaban ahí. Como era de esperarse, todos gritaban y brincaban cuando escuchaban su mención. Entonces el Papa en ese idioma contestaba. Cuando llegó el turno del idioma español, mencionaron a unos de España, otros de Perú y cuando llegaron a México, dijeron "Peregrinos de la Diócesis de Apatzingán en México". Como nos encanta el relajo, decidimos pararnos y gritar. El Papa nos volteó a ver. Estabamos relativamente cerca. Alcancé a ver una sonrisa en su rostro. No había otra opción más que ser Apatzinganeses, si ellos estaban atrás, podrán estar tranquilos que fuimos dignos representantes porque el Papa nos notó.

Recorriendo la basílica, cuando me acerco al altar principal, decido sentarme un momento para apreciarlo bien. A mi lado había un grupo de mexicanos rezando en voz alta. Me doy cuenta que tienen las manos entrelazadas entre ellos. Antes de que nadie me diga nada, mi curiosidad me gana y decido pasarme a la banca de atrás para escuchar que dicen. Un señor mayor y canoso era el que oraba en ese momento:

"Por favor señor, que pronto aparezca el Lic. Fernández de Cevallos con bien y ayuda a nuestro Presidente a sacar al país adelante, que se acaben los secuestros y la delincuencia, que los pobres tengan pan y techo todos los días y ayúdanos a regresar con bien a nuestro hogar. Amén".

Estos eran los Apatzinganeses, a los que yo representé hasta adelante. En un lugar adonde cualquier fiel católico hubiera dado cualquier cosa para estar ahí. cerca del Papa. El mismo que cuando estaba a cargo de la Doctrina de la Fé (antes la Santa Inquisición), vino a México por órdenes del anterior a investigar los casos de pederastia. Y que cuando regresó con la certeza de los crímenes, le ordenaron guardar silencio contra su voluntad, pero en cuanto tuvo el poder, quiso redimir esa no sentencia, aunque el daño estaba hecho. Es el mismo Papa, Benedicto, que la semana pasada dijo "El perdón debe existir, pero jamás estar fuera de la Ley".

Así como hay dioses, hay versiones de la ley.

Supongo se refiere a esa ley en México que nos ha probado ser personalizada. El Gobierno no intervino ni lo hará en las denuncias contra curas pederastas demostrando el poder que la Iglesia tiene. La PGR obedece a la familia del Jefe Diego en cuanto no intervenir, cuando la familia de cualquier persona secuestrada son advertidas siempre que tienen que denunciar obligadamente. Chela Lora ahora es víctima, cuando hace mas o menos un año, un muchacho si fué catalogado como criminal por arrollar y matar a un polícia y llevarse el busto de Juan Pablo II en Insurgentes. Hay diferentes fieles para las diferentes fés que existen. La del dinero, la de la corrupción, la del ocultamiento. El Delegado que acepta dinero para seguir construyendo en zonas protegidas. El Diputado que puede hacer lo que le venga en gana cobijado en el fuero, incluído insultar a sus representados, el Procurador que por brillar y ascender, crucifica, exhibe y concluye sin razón.

Pero también existe el fiel a la honestidad, al amor por su país, al que ya está dispuesto a no callarse y denunciar.

Estas personas que yo oía orar por mi país, no son más distintas a cualquier ciudadano mexicano. Todos a nuestra manera, desde nuestra fé personal, desde nuestras creencias personales, deseamos, oramos y pedimos que las cosas se compongan.

Ergo, todos somos de Apatzigán...

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