lunes, 13 de septiembre de 2010

II.- Nostálgicos Nacionales. Reflexiones Bicentenarias

Mi mamá tiene la mala costumbre de traerme cajas de cosas inexplicables que ella guarda en su casa. Unas veces, la caja se vuelve sorpresa. Hay cassettes, libros, ropa y demás porquerías que eran mías y de repente aparecen para volverse un golpe de recuerdo. Otras veces son cosas que ella cataloga como "buenas y que tú deberías tener" como copas, jarrones cursis que jamás voy a usar ni me gustan. Pero las cajas que más me preocupan, son las de cosas que realmente le pertenecen: Es como si se quisiera deshacer de su pasado o quitar de su espacio lo que la hace recordar. Espero esos "tesoros" regularmente.

Ayer Domingo me trajo una caja pequeñita. Me dijo que por favor le echara un ojo más tarde. Que no me iba a quedar con el contenido. Más tarde, la abro y descubro que son fotos de familia, algunas en blanco y negro, otras en ese color pathé tan especial.

Algunas fotos son de mis abuelos en la plaza de toros. Otras son de ella y mi papá. Otras son mías de pequeña, con patines de cuatro ruedas amarrados a los zapatos o en bicicleta con rueditas a los lados. Fotos de todos juntos. Fotos de uno sólo. La fachada de casa de mis abuelos en Peztalozzi en la del Valle. El Fiat de mi papá estacionado en la calle, con él parado a un lado. Sentados en casa de alguien con la reja hacia la calle. La sala de mis abuelos con esos dos cuadros enormes (horribles) de ellos en onda muy british. Es como si de repente, el sentimiento de tranquilidad me invadiera. Fotos que no había visto nunca. Gente que ya no está conmigo. Encontrando ese punto de felicidad que nunca me ha dejado en realidad.


Le hablo a mi mamá. No puedo evitar la curiosidad de traerme algo que no me voy a quedar y además querer que lo vea yo sola.

"Esa es tu herencia y la de tus hijos" me dijo emocionada. "La unión que teníamos, la tranquilidad en las calles, el vivir con menos, el ser más sencillos, más educados, el respeto por los demás"

No puedo evitar irritarme un poco.

"Má, cómo va a ser mi herencia? Cómo quieres que sea la de mis hijos? Nos estamos hundiendo en el lodo y la mugre?"

200 años de ser una gran Nación. Pero no tengo que irme más allá de 30 años para saber que vivíamos en paz. Que teníamos respeto y caridad por las personas. Que cedíamos el paso al manejar. Que pedíamos las cosas por favor. Que confíabamos. Que podías caminar sin miedo por las calles hasta cualquier hora. Que era más fácil vivir sin tantos trámites. Que el último sentido de decencia, lo perdimos cuando nadie pudo frenarse ya. En actitudes, en el "vale madres", "me vale wilson" y el chinga tu madre. Ciudadanos educados con civismo y con reglas. Entender que exigimos resultados del gobierno, pero también nos comportamos como flamantes ciudadanos de tercera.

Es como habernos dejado en manos de alguien. Y como decir "yo primero" y olvidarnos del sentido de comunidad. De qué sirven nuevas vías de comunicación (como la supervía Santa Fé-San Jerónimo) si no tenemos cultura vial ni cívica? No sería mejor invertir en tener ciudadanos educados y con reglas a seguir, una autoridad incorruptible, respetuosa y firme al mismo tiempo? Como antes...

"Esa es tu chamba, y yo sigo haciendo la mía" me contestó mi madre, con toda esa sabiduría que le caracteriza....



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